El Libro de las Maravillas 2. El paraíso de Ciudad Real.

Antes que nada, quiero aclarar el significado de “paraíso”. El concepto se acuña en la Persia aqueménida, aunque posiblemente sea mesopotámico. La palabra viene de paerdís, “cercado”. Era un parque cercado, con caza, donde los nobles aqueménidas descansaban entre campaña y campaña. Aprovecho también para decir que el primer libro de la Biblia que se escribió no fue el “Génesis”, como parecería lo lógico desde el punto de vista cronológico, sino “Reyes”. Podemos deducir, casi con toda seguridad que el concepto de “Paraíso Terrenal” apareció cuando los judíos entraron en contacto con los persas. Y el paraíso bíblico no es el único. Tenemos, por ejemplo, el Jardín de las Hespérides.

Casi todas las religiones tienen su paraíso, más o menos elaborado. Recuerdo la frase de un autor el cual decía que el paraíso escandinavo era una habitación caliente, con cerveza y poco más. Thor y Odín no aspiraban a más comodidades.

El paraíso musulmán es más cercano a mi gusto. Se compone fundamentalmente de jardines y agua, aunque pueden añadirse también unas cuantas huríes, «al dente.» Pero quien conozca la Alhambra o sobre todo el Generalife, sabe a qué me refiero.

Bueno, yo no necesito escaleras de agua ni patios de arrayanes. Me conformo con mucho menos. Para mí un paraíso debe tener un jardín, agua, a ser posible piscina, y una “jaima” donde sentarme a leer a la sombra. Es decir, como la foto que encabeza esta entrada. ¿Se puede pedir más?.

Sí, se puede. Desde mi cuartel general paradisíaco, suelo hacer algunas razzias por toda La Mancha. Y la primera que os recomiendo es Alarcos. En este parque arqueológico se pueden encontrar vestigios desde la Edad del Bronce. Pero desde luego, lo principal de él, es la batalla de Alarcos, acaecida el 19 de julio de 1195, en la que Abū Yūsuf Ya’qūb al-Mansūr, el hijo de “Bujaco”, venció a las tropas cristianas de Alfonso VIII. El enclave es un cerro precioso que emerge en la llanura y en el que, gracias a paneles transparentes, podemos ver las posiciones que ocupaban los dos ejércitos. Se dice que el botín arrebatado a los cristianos sirvió para edificar la mezquita Kutubiya de Marrakech. No hay mal que por bien no venga.

Como consecuencia de la batalla de Alarcos, los musulmanes reconquistaron “Calatrava la Vieja”, el enclave más avanzado de al-Ándalus frente a los reinos cristianos. Y esa es otra de las visitas que os recomiendo. Además, la entrada de Alarcos incluye también la de Calatrava la Vieja.

Y hay más, claro que hay más. Está, por ejemplo el Viso del Marqués, ya que don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, “hizo un palacio en el Viso, porque pudo y porque quiso”. Dicho palacio ahora es Archivo General de la Marina española y está decorado con 8000 metros de pinturas al fresco. Hay además una serie de fanales de galeras tomados al enemigo, pero si os enseñan el fanal de la galera “La Sultana” el buque insignia de Alí Pachá en Lepanto, decid que es mentira. El verdadero fanal está colgado en la sacristía de Guadalupe.

También está Villanueva de los Infantes, todo un compendio de barroco y neoclasicismo. Y de literatura, porque en esa villa está la casa del “Caballero del Verde Gabán”.

Pero en Ciudad Real hace tanto calor en verano como frío en invierno. Con vuestro permiso, me vuelvo a mi “locus amoenus”, mi paraíso particular.