El oráculo de Delfos.

No dejes que la verdad te estropee un buen titular.

Todos hemos oído hablar del oráculo de Delfos, una de las instituciones religiosas más respetadas, y que más ganancias reportaba, de la antigüedad. Devotos de toda Grecia y de fuera de ella, iban a consultarlo, dejaban sus presentes y volvían a su lugar de origen. Alrededor del gran templo de Apolo se alzaban los “tesoros”, pequeños templos, generalmente de la clase “in antis”, de todas las polis griegas. Delfos y Olimpia eran los complejos religiosos más famosos y más ricos del mundo antiguo.

El protocolo era igual para reyes que para plebeyos. Tras las purificaciones en la fuente Castalia y los sacrificios de rigor, se pagaba el canon y se consultaba a la Pitia. La Pitia subía al trípode y entraba en trance, trance provocado por las emanaciones sulfurosas que salían por debajo del trípode. (Emanaciones de las que por cierto no se han encontrado ni rastro en la actualidad. El suelo de la nave del templo se asienta sobre roca compacta, sin grietas volcánicas) Los sacerdotes recogían las palabras que la Pitia pronunciaba en el trance, las ponían por escrito y se las entregaban al fiel. Al principio las entregaban en verso, pero pronto dejaron de hacerlo, porque la gente se asombraba de que Apolo, el dios de la poesía, produjese unos versos tan malos.

¿Cuál era el secreto del oráculo de Delfos? Pues el mismo que el de algunos periódicos de la actualidad: llamar la atención diciendo algo que parecía decir lo que los devotos querían oír, pero que, en realidad, no significaba nada. Los sacerdotes de ayer y los periodistas de hoy elaboraban frases o titulares que parecían desvelar el futuro y en realidad estaban vacías de sentido.

Pongamos el ejemplo más conocido. Cuando Creso, rey de Lidia, se enfrenta con los persas, entre los dos ejércitos estaba el río Halis. Creso manda mensajeros a preguntar al oráculo de Delos y el oráculo le contesta: “»Creso, si cruzas el río Halis, destruirás un gran imperio». Creso oyó lo que quería oír, cruzó el río Halis y fue derrotado. Indignado reclamó al oráculo, y los sacerdotes le contestaron benévolos que efectivamente había destruido un gran imperio: el suyo.

Una pobre mujer, cuyo hijo tenía que ir a la guerra, consultó al oráculo y recibió la siguiente respuesta: Irá sí, morirá no, vivirá”. A cualquiera le hubiese extrañado la peculiar redacción de la profecía; pero la madre sólo quería que el dios le garantizase que su hijo sobreviviría a la guerra, y dio por bueno el extraño oráculo.

Desgraciadamente el hijo murió en la primera escaramuza. La madre desolada intentó pedir la hoja de reclamaciones en Delfos. El sacerdote se excusó: hoy día no hay manera de encontrar buenos secretarios. ¡No saben ni poner las comas bien! El oráculo correcto era: Irá, morirá sí, no vivirá.

¿A qué viene todo esto? Pues viene a cuento del titular que encabeza esta entrada. Parece leyendo el mismo, que a Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura, le da lo mismo que vaya Zapatero que Aznar a echarle una mano en su campaña. Mientras tanto, los periódicos se dedican a hacer cábalas sobre el significado de la supresión del acto de Vista Alegre. ¡Ni los cuatro jinetes del Apocalipsis que aparecieran en el cielo producirían mayor cantidad de especulaciones!

Algunos lectores, pobrecitos míos, me dicen que soy un genio. Yo siempre he dicho que mis genialidades se componen de un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración. Bueno, de un noventa y ocho por ciento. El uno por ciento restante de mi genialidad, se debe al sentido común.

Veamos ¿Quién diseña las campañas de los partidos? Pues los secretarios de organización de dichos partidos? ¿Con qué objetivo? Con el de ganar. ¿Cómo lo hacen? Aprovechando todas las posibles ventajas que puedan conseguir.  ¿Es esto lícito? Completamente.  Si aceptamos esto ¿cuál sería, pues, el problema?. Si el PSOE quiere hacer un acto en Vista Alegre, que lo haga. Si no lo quiere hacer, que no lo haga. Si Rajoy quiere aparecer haciendo campaña electoral en todas las autonomías, pues que aparezca. ¿Pueden los del PSOE exigir que cada vez que aparezca Rajoy en un acto público lleve con él a Camps y le dé besos? Pues no. ¿Pueden exigir los del PP que Zapatero organice y protagonice un acto en Vista Alegre. Pues no. A lo mejor prefiere torear en la Maestranza de Sevilla. ¿Alguien puede pedir que la campaña electoral de un partido la diseñe el partido rival? Si alguien defiende esto delante de un micrófono, es mejor que deje el puesto y el micrófono y se encamine inmediatamente a solicitar una plaza… en el psiquiátrico de guardia.

Pero, pero… (la maledicencia levanta su cabeza por entre las hojas caídas) ¿no es cierto que Zapatero siempre ha iniciado la campaña con un acto en Vista Alegre?

Pues no. Si el PSOE tuviese la necesidad, que no la tiene, de defender su estrategia electoral, podría decir que en Vista Alegre, Zapatero ha iniciado sus campañas para las elecciones generales. Y, pese a quien pese, éstas no son unas elecciones generales. Tan lícito es intentar hacer responsable al presidente del gobierno de todos los errores cometidos a nivel nacional durante estos ocho años, como intentar que la campaña se centre en los problemas municipales y autonómicos. Igualmente lícito, pero no igualmente cierto. Las elecciones del 2011 son municipales y autonómicas. Algunos quisieran que fueses generales. Pero no lo son. Por decirlo de una manera más sectaria, los problemas que deben discutirse en estas elecciones son los de Barrera, Aguirre, Vara… y Camps. Los de Zapatero y Rajoy de deberán discutir ¡por supuesto que se deberán discutir!, pero en las elecciones generales. En la campaña de las elecciones generales, campaña que Zapatero suele comenzar con un acto en la plaza de Vista Alegre.

Pero volvamos al titular del principio. Es ambiguo. Es misterioso como una de las manifestaciones del oráculo de Delfos. Y para descifrarlo os propongo un método, genial, como todos mis métodos: el sentido común. Investigad; leed todo el artículo. Para que no os canséis, os copio el párrafo en cuestión, sin modificar ni una coma.

“El mismo argumento que defiende el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, que ha abogado por hacer «una campaña pegada al territorio» para «explicar qué se está haciendo y qué se quiere hacer».

Introduce Fernández Vara otro argumento que es el de la austeridad, aludiendo a que son tiempos para no hacer actos de «alto coste» como el de Vistalegre sino una campaña basada en «menos carteles y ocurrencias y más rigor y seriedad». Llama la atención la respuesta del candidato del PSOE a Extremadura sobre si le gustaría que Rodríguez Zapatero participara en la campaña extremeña:»El presidente del Gobierno, se llame Zapatero o Aznar, cuando viene a Extremadura no necesita invitación porque viene a su casa».

Asombroso. Es asombroso como una frase sensata y serena pueda dar pie a un titular tan equívoco. Hay periodistas que son unos genios. No me explicaba cómo se podía llegar a tal grado de genialidad hasta que me acordé de una frase de ese gran político que fue J.R. Ewing. Sí, efectivamente. El J.R. de la serie “Dallas”. Ese gran hombre dijo algo que me hizo reflexionar profundamente: “Lo difícil es librarse de la integridad. Cuando consigues librarte de ella, el resto está chupado”.